En la parashá Behaaloteja del libro de Números, se revelan eventos cruciales que marcaron la travesía del pueblo de Israel en el desierto. El encendido de la Menorá en el Tabernáculo simbolizaba la guía divina en tiempos de oscuridad, mientras que la purificación ritual de los levitas los preparaba para su sagrado servicio. El Segundo Pesaj renovó el compromiso espiritual y fortaleció la unidad del pueblo, recordando la liberación de Egipto. La presencia constante de la nube sobre el Tabernáculo representaba la protección y dirección divina en cada etapa del viaje.

Las trompetas de plata emitían llamadas sagradas que organizaban las marchas y alineaban al pueblo con la voluntad divina, asegurando una comunidad ordenada y obediente. Sin embargo, la travesía también enfrentó desafíos: las quejas del pueblo provocaron la intervención divina con fuego, poniendo a prueba su fe y sumisión. En respuesta a la demanda de carne, Moisés delegó liderazgo a setenta ancianos, aunque enfrentó oposición interna de Miriam y Aarón, subrayando la complejidad y las tensiones del liderazgo.

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